lunes, 16 de mayo de 2011

El que espera… desespera


El hombre retiró la mano de la frente, recorrió con la mirada el local y calculó la distancia hasta la puerta. Finalmente se detuvo para descifrar el dibujo de un jirón del empapelado que colgaba, amarillento y sucio.

Mientras se acomodaba en el asiento, sacó un pañuelo estrujado para secarse las gotas de sudor que se habían formado en el cuello, sobre el borde de la camisa que apretaba la piel. Algo nervioso, procuró calmarse, intentando pensar nuevamente en eso.

Repasó minuciosamente, una y otra vez, la decisión tomada, preguntándose si sería correcta. Se tranquilizó a sí mismo pensando que la maquinaria del tiempo ya estaba en marcha y no era posible –ni menos aún elegante- detenerla justamente ahora, Sólo cabía esperar unos minutos más y luego ocurriría.

Se miró las manos, que temblaban levemente, apoyadas sobre el borde de la mesa. Estiró los dedos de la mano derecha varias veces, como para devolverles elasticidad y comprobar si tenían la fuerza que iba a necesitar.

Procuró pensar en algo lejano y concreto, pero no pudo, Era inútil engañarse, la misma idea lo acosaba una y otra vez. ¡Al fin y al cabo había venido para eso! –dijo para sí con rabia.

¿Cuánto faltaría aún? Su reloj marcaba la una y cuarto –mejor dicho las 13:15- más un segundo, más dos segundos, más tres segundos. Faltarían todavía unos cinco minutos, quizás cuatro, o sólo tres.

Detuvo al fin la vista en el cuchillo. Calculó su peso, el largo de la hoja y la textura del cabo. Observó el brillo del acero bajo la luz que se filtraba por una ventana. La hoja penetraría rasgando y cortando todo a su paso, destruyendo la armonía maravillosa de tejidos y venas, enrojeciéndose en su camina filoso.

¿Dos minutos o solamente uno? Lentamente tomó el cuchillo, acomodando con cierto placer los pargos y ásperos dedos en el mango, levantándolo un poco mientras un escalofrío le apretaba la boca del estómago. Tragó saliva una y otra vez para aliviar la sequedad que sentía en la garganta. Se concentró en lo que iba a ocurrir. Tenso y suspendido. Y esperó.

Se escucharon pasos que se acercaban rápidamente.
La puerta se abrió de golpe y el hombre de blanco estuvo frente a él.

No mediaron palabras, sólo una mirada rápida de entendimiento y desafío, de rutina o aprobación; ningún gesto ni comentario. Nada. Mecánica e impersonalmente, el mozo depositó el bife sobre la mesa y volvió a la cocina.

Autor: Rotsen Calude.

Rotsen Calude nació en Santa Fe, en 1926. En sus finales siempre busca un final súbito y sorpresivo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Les adjunto nuevas ilustraciones realizadas por los alumnos después de haber disfrutado de la lectura de novelas de diversas temáticas.
En este caso, "Los diez negritos " de Agatha Christie ; realizados totalmente por la mano de un alumno de 3er Año: Emanuel Savy, únicamente con el mouse. ¿No es maravilloso? Además de la pasión por contar la aventura criminal vivida en la isla. ¡Hay que leer la historia!
Reitero una vez más las felicitaciones a todos los chicos, porque el profesor es sólo un instrumento que ayuda a descubrir las potencialidades de cada uno. Me siento muy feliz!!!














El uso de las Ntics. sirvieron para poder mostrar a mis estudiantes en acción

De la realidad a la ficción

Teniendo en cuenta la propuesta del curso educ.ar deseo mostrar un trabajo realizado durante el año 2010 con alumnos de 3er. Año dramatizando diversos textos del género policial: "El carbunclo azul", "La aventura de los tres estudiantes" de Arthur Conan Doyle, entre otros seleccionados por ellos, debiendo los mismos redireccionar y adaptar el guión a la cantidad de personajes que conformaba el grupo. Los resultados... ¡Excelentes! No sólo aprendimos, sino que también nos divertimos muchos e hicimos uso de todas las tecnologías a nuestro alcance. Adelante chicos, los quiero mucho!!!

martes, 5 de abril de 2011

Las crónicas de Indias y sus actores

Este breve fragmento seguramente te incitará a seguir leyendo y buscando su continuidad en el link que te indico abajo, del mismo modo que te intrigará saber quien fue Malinche y porqué se la considera un símbolo de traición.

Paula de Lima Crónicas de Hernán Cortés

Mirando el mar a mi alrededor, pienso en lo que estoy
construyendo para mis descendientes, para mi futuro, para el futuro
de España, y para el futuro de estos pobres desgraciados que no
conocen al Señor. Recuerdo todas las historias que me han contado,
que la nueva tierra no es tan emocionante como nos habían contado,
ni tan rica. Pero tengo como propósito el descubrir un gran tesoro, y
que mi nombre sea recordado por todos en España, no, es mas, tal
vez en todo el continente Europeo, que mi nombre sea una figura
esencial en los libros de historia. Con esto me voy sonriendo a mi
cabina. Según mis cálculos, no debemos estar lejos. Deberíamos
llegar en menos de una semana. Así que me acuesto tranquilo en mi
cama, con el barco meciéndose, como si me arrullara en una cuna…

En el nuevo mundo

Hemos llegado al nuevo mundo, no a La Hispaniola, pero mas al
norte, no tan al norte como Américo Vespucio, pero mas al sur.
Mirando nuestros alrededores, veo un mar con agua cristalina,
enormes montañas y bosques que esperan nuestra conquista. Al ver
estas tierras no puedo evitar pensar en como al Señor le agradara de
la manera en la cual traeremos su palabra a estos pobres salvajes
que tanto la necesitan.

-Señor Cortés- me dice al acercarse uno de mis hombres, -¿Le
complacería si enviáramos a algunos hombres en busca del oro?-
Obviamente el chico esta cegado por la riqueza, como yo lo estaba al
comenzar este viaje. Claro que mi opinión ha llegado a cambiar
durante el viaje. Me río.

-No he venido para cosas tan pequeñas- le respondo –Sino para
servir a Dios y al Rey.- Con esto el marinero se queda callado, y se
va a hacer no se que cosas, tal vez a terminar de atar algunos
nudos. De cualquier forma, pienso para mis adentros, seria bueno
mandar a algunos hombres adelante a ver que encuentran, solo para
estar seguros. Llamo a un chico de quince a traer a un grupo de diez
voluntarios, y les explico lo que quiero que hagan. Acordamos que
irán a tierra en el bote de remos por la mañana, y que en la tarde
volverán con el reporte de lo que han visto. Concluimos el día con
una cerveza en celebración por haber finalmente llegado, y por éxitos
próximos a estos. Luego nos fuimos a dormir, ya estoy impaciente
por poder recorrer esta nueva tierra, y mirarla por dentro con mis
propios ojos.

Ya deben ser como las cinco de la mañana, el sol apenas...

Continúa leyendo en los siguientes links:
http://es.scribd.com/doc/25513850/Cronica-de-Hernan-Cortes
http://www.tihof.org/honors/malinche-esp.htm
http://www.margen.org/desdeelmargen/num6/malinche.html
http://www.literatura.org/BRawson/sobre_Fuegia.html